Grabado y producido por el propio Dino Brandão y mezclado por Bertrand Siffert (The Young Gods, Sophie Hunger) “Bouncy Castle” es un primer destello del increíble talento de este joven artista suizo. Con esta canción, Dino Brandão extiende el pequeño mapa del mundo de la música pop en proporciones cambiantes. Tiene un ojo puesto en lo barroco, la ornamentación y la percusión antigua, y además juega con sintetizadores vaporosos y caja de ritmos, bailando con su imagen de espejo roto. 

“Me diagnosticaron esclerosis múltiple al final de mi estancia en París. La “enfermedad de las mil caras” me hizo pensar mucho en los diferentes estados de cordura que he experimentado a lo largo de mis años en este planeta y he plasmado estas emociones en mi Bouncy Castle. Una canción para aguantar los golpes mientras se mantiene el buen rollo, no importa lo duras que puedan ser las cosas para nosotros, una pequeña isla de esperanza, un poco de boogie.  Creo que fue la primera canción que escribí, en la que empecé a utilizar el rango superior de mi voz como si fuera una segunda persona de la que pudiera tirar y hablar desde fuera de mí. “, comentó Dino sobre su primer single.

Cuando las cosas amenazan con complicarse, Dino Brandão se refugia en su búnker, entre tambores apilados hasta el techo forrados de cajas de huevos, su ordenador saturado de grabaciones y su cabeza llena de melodías. Las preguntas surgen. ¿Debe reunir esos fragmentos y pegarlos, y luego lijar sus bordes ásperos? ¿Debe construirse a sí mismo sobre un mosaico tan anárquico como inestable?

Al principio fue el djembe, porque su padre sabía de ritmo. Luego el monopatín, que le enseñó a volar y a caer. “Señor Brandão, su ligamento cruzado, es como si ya no existiera“. Con el cuerpo desgastado, la guitarra le permitió olvidarse de todo, o de casi todo. Al añadir su voz, Dino despegó de nuevo, una voz que le permitió convertirse en Frank Powers, cantar con amigos (Sophie Hunger, Faber) y hacer sonreír a desconocidos en las estaciones de metro y en los escenarios principales de los festivales. Dino se exilió en París. Se metió en las catacumbas del metro y se encerró en su habitación. Se puso a ordenar, a trabajar, a alimentar su ordenador con nuevas canciones. Su reflejo desapareció: “Solo en el sótano te vuelves loco, es un poco raro“. Se aisló y se perdió para dejar respirar su música.

Un día, un álbum. Dino Brandão es ahora Dino Brandão y lo que eso significa exactamente, ni él mismo lo sabe. La identidad no significa ser uno y el mismo, sino varios al mismo tiempo. Luanda y Brugg al mismo tiempo. Volar y caer al mismo tiempo. Con su música, Dino hace que las cabezas se arremolinen y las astillas de su identidad vuelen alto. Con un coro, Dino Brandão sigue siendo un cancionero. Despliega el pequeño mapa del mundo de la música pop en varias dimensiones. Tiene un ojo puesto en barroco, la ornamentación y la percusión antigua, juega con sintetizadores nebulosos, patea su caja de ritmos y hace sonar la corneta, bailando sobre los pedazos rotos. Deliciosamente enredado en todas las direcciones, Dino Brandão puede ser todo esto sin perderse.