El café es sinónimo de éxito, ya que es una de las bebidas más consumidas en el mundo. Éxito que le ha llevado a ser investigado por numerosos estudios científicos para desentrañar su raíz y las consecuencias de su ingesta. Algunos de esos últimos estudios ratifican que el consumo moderado de café tiene beneficios. Beneficios que van más allá de la capacidad estimulante de la cafeína. Datos que luchan contra las creencias instauradas de, por ejemplo, las calorías del café con leche y su repercusión en nuestro organismo a favor o en contra de nuestra calidad de vida. Calorías que siempre dependerán de variables como el tipo de leche, tamaño de la taza o el método de endulzar o no, entre otras cosas.

La realidad es que tomar unas tres tazas de café al día, de cafetera o soluble, tienen los siguientes beneficios: es rico en antioxidantes, activa tu mente, ayuda contra el dolor esporádico de cabeza, contribuye a la pérdida de peso, puede proteger frente al cáncer, ictus y enfermedades coronarias. Además de combatir el Alzheimer y el Parkinson o reducir el riesgo de padecer diabetes tipo 2. Aunque, normalmente, por encima de todo, su consumo se convierte en un placer diario. Por ejemplo, suele ser el gesto de cada mañana al saltar la alarma del despertador e iniciar un nuevo día. A esto hay que sumar que el café nos une, porque se ha convertido en protagonista de actos sociales, favoreciendo las relaciones cuando quedamos para degustar su sabor y charlar amigablemente. El café nos pone de buen humor y el humor es un estupendo aliado para nuestra salud.

Cómo nos gusta beber el café

Actualmente, el café se produce en más de 50 países. Y en el nuestro, se bebe de una gran variedad de formas, pero las más destacadas son:

Café con leche: normalmente, suele servirse en taza si es la hora del desayuno, aunque en algunos puntos específicos del país se sirve en un vaso alto de cristal. Siempre va con leche como bien indica su nombre. Y la mezcla suele ser 50/50. La leche puede ser de soja, normal, avena o almendra. Y la temperatura siempre a gusto del consumidor: fría, templada o caliente.

Café solo: Se compone solo de café. Puede servirse en formato largo o corto o se puede tomar con hielo, dependiendo de la estación del año.

Leche manchada: Es una taza de leche con unas gotas de café.

Café cortado: Estamos ante un café con una nube de leche. Se puede servir en taza o en vaso. Y cuando aprieta el calor también se puede beber con hielo.

Capuchino: Aquí, en nuestro país, es un café con extra de crema de leche y un pequeño toque de cacao.

Café bombón: Se dice que esta variedad empezó en Valencia. La clave está en poner la misma cantidad de café que de leche condensada.

Café americano: es la bebida típica de Estados Unidos. Se puede acompañar tanto de avellana como de vainilla. Estamos ante un café largo, pero, eso sí, con el doble de agua.

¿Y en primavera? ¡Las versiones más cool!

En primavera también podemos disfrutar el café de diferentes maneras para que además de aportarnos su sabor y energía, nos pueda ayudar a combatir el inicio del calor:

Café con un toque a naranja: Prepara tu café y déjalo enfriar. A continuación, exprímele una naranja y súmale un par de hielos. Puedes agregar azúcar, pero recuerda que la propia naranja ya es dulce. ¡Vas a alucinar con esta combinación!

Café Frappé: A tu café normal agrégale un poco de leche, azúcar y un par de hielos. Tritúralo un poquito y estará listo. Si quieres hacerlo Moka, agrega un poco de chocolate. ¡Una locura refrescante!

Ristretto más Helado de Vainilla: Coloca sin miedo una bolita de helado de vainilla. Combina de forma perfecta con el sabor fuerte del café.

Iced Coffee: A tu café de toda la vida agrégale un chorro de leche o crema y un poquito de azúcar, además de hielos, por supuesto. Suele ser ideal para meterlo en un termo y llevarlo contigo en tu ajetreado día a día.