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‘Little Voice’ y la auténtica y necesaria diversidad

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Este artículo no contiene spoilers de ‘Little Voice’.

Nueva York, como ciudad multicultural, es quizá el mejor escenario para acoger a esa diversidad que tanto perseguimos. La llegada de inmigrantes de todos los rincones del mundo en el pasado siglo XX ha terminado desembocando en una sociedad repleta de culturas, en las que se mezclan estilos de vida y tradiciones. Estamos acostumbrados a verlos en las historias de gangsters y la pequeña Italia, pero conocemos menos los casos de Oriente Medio, India o diferentes regiones de África. De ahí el triunfo de una de las ficciones de la pasada temporada, ‘Ramy’, en la que se recoge el día a día de un joven de origen egipcio que trata de encontrar su verdadera identidad.

En el caso de ‘Little Voice’, también encontramos un ejemplo de esta simbiosis entre culturas y tradiciones. Lo hacemos en una Prisha, de origen indio, que disfruta de las comidas con su familia y de algunas de sus tradiciones. Que se siente orgullosa de sus raíces y las conserva. Pero que ha crecido rodeada de la cultura occidental, que también forma parte de ella. Y que toca en una banda de mariachis, junto a compañeras de todas las procedencias. Este personaje es, en sí mismo, un reflejo de la realidad de la Nueva York más multicultural, la que se ha ido construyendo con el paso de los años.

Pero no es el único ejemplo. La propia Bess King es una prueba de la unión de culturas y de razas. Quizá una a la que estamos más acostumbrados, la de afroamericano y caucásica. Pero no por ello menos valiosa. Sobre todo en unos tiempos en los que los odios que parecían medianamente enterrados están resurgiendo con demasiada fuerza. La elección de esta protagonista no es más que una muestra de la apuesta de la serie por mostrar a Nueva York tal y como es. Así como del firme compromiso de ‘Little Voice’ con la diversidad, que va más allá de la raza, la cultura o el color de piel.

De la diversidad a la inclusión


Little Voice

El paso más importante que Jessie Nelson y compañía han dado en la serie de Apple TV+ ha sido el de apostar más allá de la diversidad, apostar por la inclusión. Si ya has visto los tres primeros episodios, disponibles en la plataforma desde el pasado 10 de julio, sabrás perfectamente de lo que estoy hablando. Louie, el hermano de Bess, es un joven con autismo que está comenzando una nueva etapa en un piso tutelado. Un cambio enorme, en todos los sentidos, para él, al que asistimos a través de la mirada de su hermana.

Hagamos una primera parada en el personaje. En Louie veo un respeto tremendo hacia una comunidad que es enormemente ignorada cuando hablamos de ficción, ya sea cinematográfica o televisiva. Pensémoslo. ¿Cuántos personajes autistas conocemos? Sí, claro, alguno hay. Pero por norma general, son eliminados de la ecuación. Supongo que por lo complejo de su representación. Tenemos el caso de ‘The Good Doctor’ o de nuestra querida ‘Campeones’, pero más allá de estos no surgen títulos populares o recientes que recojan la realidad de las personas autistas. Personalmente, encuentro hasta desagradable tener que estar escribiendo esto en pleno siglo XXI, cuando parece que ya tendría que haber quedado claro que todos merecemos un espacio y merecemos vernos en la pantalla, sentir que no estamos solos. Un objetivo que nos queda lejos y para el que la incorporación de un personaje como Louie es un paso de gigante.

Lo es porque se le da el espacio necesario para evolucionar y para profundizar en él. Para conocer su día a día y esas aficiones en las que vuelca una gran parte de su atención y de sus esfuerzos. Y aquí quiero volver a detenerme.

A través del personaje de Louie se muestra la importancia de las artes, en este caso de los musicales de Broadway. Se refleja a la perfección el enorme impacto que pueden tener en las personas, hasta el punto de convertirse en una especie de motor o de razón para vivir. Para Louie, además de su padre y de su hermana, Broadway lo es todo. Es su ilusión, su refugio y su zona de confort. Algo que le emociona y le entusiasma, y que logra sacar su mejor versión. Y esto es algo que, de nuevo, no estamos acostumbrados a ver en la pantalla. Al menos no con este realismo y, sobre todo, con este respeto.

No puedo olvidarme de mencionar a Kevin Valdez. Kevin es un joven con autismo, amante de la velocidad y que ahora ha descubierto su pasión por la interpretación. O al menos su talento para ella. No se me ocurre una mejor persona para dar vida a Louie y para recoger esa realidad que, aunque hayamos tenido cerca o la hayamos observado a cierta distancia, sólo conocen verdaderamente quienes la viven. Por eso, ‘Little Voice’ apostó por un actor con autismo, porque ellos también tienen derecho a contar sus historias y capacidad para hacerlo. Y porque es necesario que, de una vez por todas, abramos las puertas que han estado cerradas injustamente y absurdamente durante demasiado tiempo.

Más diversidad


Little Voice

Nuestra sociedad es diversa. Y para que las ficciones representen de manera realista esta sociedad, la diversidad en ellas debe ser una realidad. Como siento que lo es en ‘Little Voice’. A muy diferentes niveles.

Ya he hablado de la muticulturalidad y la multirracialidad, pero no puedo dejarme en el tintero la presencia de la comunidad LGBT+. Si bien es cierto que la protagonista de la serie es heterosexual, tenemos a Prisha como representante de esta comunidad, además de una manera que considero bastante acertada. El conflicto, que poco a poco se irá descubriendo, al que se enfrenta el personaje es el mismo al que se han tenido que enfrentar y se siguen enfrentando miles de personas. Un conflicto que, en una sociedad ideal y utópica, no debería darse. Pero que existe y que es importante que reflejemos en la ficción, con el objetivo de representar a quienes no siempre se han visto representados.

En ‘Little Voice’ también aparecen diferentes trastornos mentales y problemas de adicción a diferentes sustancias, algunos más aceptados que otros. Y aparecen porque tienen que aparecer en pos de reflejar de manera realista y veraz esa sociedad a la que, en teoría, quiere representar. Aunque giremos la cara en muchas ocasiones, estas son dos realidades que existen. Y no lejos de nosotros. Como también ocurre con la indigencia, una de las grandes ignoradas de la ficción y que, te adelanto, también tendrá un importante papel en ‘Little Voice’.

Claro que se habrán dejado mucho en el tintero. En 9 episodios es complicado recoger la verdad y la realidad de una ciudad como Nueva York. Pero, después de unos días de reflexión y análisis, creo que la serie de Apple TV+ se acerca bastante a la meta de la representación diversa e inclusiva.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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