¿Qué pasa en ‘Outlander’ – 1×12: ‘Lallybroch’?
Claire (Caitriona Balfe) y Jamie (Sam Heughan) llegan a Lallybroch, el hogar de los Fraiser. Allí los espera Jenny (Laura Donnelly), la hermana de Jamie, que no reacciona demasiado bien a su llegada. Jamie y Jenny tienen cosas pendientes que resolver, y a través de hechos como la recaudación de impuestos descubrimos detalles de su pasado, de su forma de vida y del tipo de persona que es Jenny. El episodio concluye con un asalto a Lallybroch por parte de unos hombres desconocidos.
Dirigido por Mike Barker. Escrito por Anne Kenney.

Este capítulo podría llamarse los Fraser, porque lo que hacemos es conocer mejor a Jamie (Sam Heughan) y conocer de golpe a Jenny (Laura Donnelly). Y todo lo bueno que hemos visto en el primero lo intuimos en la segunda, del mismo modo que sucede con los aspectos negativos. Tienen, en fin, algún que otro aspecto negativo. También tienen un pasado doloroso que comparten, y del que, comprendemos tras ver este episodio, no sabíamos nada hasta el momento. Sabíamos de su desencuentro con Black Jack Randall, pero no conocíamos los detalles. Y los detalles, en ‘Outlander’, lo son todo. Penúltimo capítulo de la primera temporada.

Las heridas de Black Jack Randall

Aunque nos gustaría, el primer contacto con Lallybroch no es bueno. Antes de que atravesemos las puertas de la pequeña fortaleza, Jamie le explica a Claire (Caitriona Balfe) que corre el rumor de que Black Jack Randall (Tobias Menzies) dejó embarazada a Jenny aquel trágico día. No hace falta que miremos a Jamie a los ojos para comprender cuánto le duele esa posibilidad, pero por si acaso nos lo deja claro con la mirada, apretando los dientes, respirando con fuerza. Jamie está dolido en lo más profundo por lo que sucedió con Randall; sus heridas son más grandes de lo que podíamos imaginar cuando empezamos a relacionar ambos personajes.

Y cuando la pareja, por fin, atraviesa las puertas de Lallybroch, los peores temores de Jamie se hacen realidad y se personifican en un muchacho de no más de cuatro años al que Claire se acerca sin temor. Entonces aparece Jenny. Jenny, la hermana de Jamie que hemos visto en flashbacks, la joven a la que defendió Jamie, por la que terminó siendo azotado, por la que terminó, al final, huyendo de su propio país, huyendo de los ingleses. Jenny es morena y más baja que Jamie, pero tiene la misma determinación y el mismo carácter en su mirada. Y una herida parecida.

Los flashbacks que vemos en este episodio son flashbacks de colores fríos, apagados, como si no tuvieran vida, como si significaran lo contrario a vivir. A través de esas imágenes que nos remiten al pasado que los separó, recordamos de nuevo el momento en que Black Jack Randall irrumpió en Lallybroch. Lo vemos azotar a Jamie, intimidar a Jenny, llevarse a Jenny a las habitaciones del piso superior del edificio. Randall trata de violar a Jenny, y así lo cuenta Jenny. “No sabía demasiado”, le explica a Jamie, avergonzada pero segura, “pero sabía que estaba preparándose”. Y no pudo. Randall no violó a Jenny porque fue incapaz de excitarse en esa situación, así que terminó golpeándola hasta que perdió la consciencia. Nos sentimos aliviados, pero pensamos cosas como que, quizá, la ausencia de violencia inicial, conociendo a Randall, fue lo que impidió que se excitara.

Más tarde, otro flashback nos aleja de Lallybroch y nos acerca a los días en los que Jamie estuvo retenido por el ejército inglés. Ya lo habían azotado en una ocasión, y apenas lograba tenerse en pie por las heridas que habían dejado en su espalda. Pero cruzarse con su padre, a quien ama, de quien está orgulloso, le da fuerzas para afrontar el siguiente encuentro. Nunca sabremos qué hubiera pasado de no haber compartido esos pequeños segundos con él, porque en ese siguiente encuentro Randall le propone algo.

Si Jamie se entrega a él, si entrega su cuerpo, no habrá más azotes. Randall desea poseer a Jamie, desea a Jamie. Y Jamie lo consideró. Estuvo cerca de aceptar, pero recordó a su padre y su orgullo fue más grande; ¿qué pensaría su padre de él si se rindiera? ¿Qué pensaría de él si dejase que ese hombre lo anulase? Jamie lo rechazó. Eligió la herida física, de nuevo.

Lo que no podía imaginar era que esa segunda tanda de azotes públicos, cruel, sanguinaria, de una violencia extrema, provocaría un dolor tan intenso en su padre, el señor de Lallybroch, que terminaría falleciendo allí mismo, viendo como su hijo se deshacía a manos de Randall. Estas son las heridas profundas que habitan en Lallybroch.

Sobre Jamie y Jenny

Y que afectan, claro, a la relación de Jamie con Jenny. En primer lugar, porque Jamie echa en cara a Jenny esa sospecha, ese rumor, con el que llega a casa. Cree que, en efecto, Jenny ha tenido un bastardo de Randall, y ha decidido llamarlo Jamie. En realidad, Jenny está casada con un buen amigo de Jamie, Ian (John Bell), con el que tiene, parece, un matrimonio feliz. Su acusación es una ofensa demasiado grande para Jenny, que desde el principio se muestra recelosa y combativa, con Jamie y también con Claire, que no deja de ser para ella una inglesa desconocida.

Jenny tiene carácter, es algo que descubrimos en seguida. Tiene la misma determinación que Jamie, el mismo orgullo, la misma testarudez. Ian se lo advierte a Claire: Frasers, son todos iguales. Pero también vemos en ella un buen corazón: cuando toma la mano de su marido, cuando entendemos cómo ha manejado Lallybroch hasta ese momento o cuando comprende hasta qué punto le duelen a Jamie las heridas que Randall dejó en él.

Hay entre ellos una distancia grande, al menos en un principio. Jamie quiere que Jenny le ceda el espacio que le corresponde, el espacio del que no ha podido disfrutar hasta ese momento, el espacio con el que sueña en el hogar de sus sueños. Jenny no quiere que Jamie haga ningún movimiento sin antes consultarla, porque ha estado fuera demasiado tiempo y se ha perdido demasiadas cosas. Los dos llevan razón, pero son Frasers, así que llevan esa razón hasta el error.

Al final, frente a la tumba de su padre, al que recuerdan y honran, sellan la paz. Y reconocen este error. Esto también es muy propio de los Frasers y es, ya lo he dicho alguna vez, una de las virtudes que más me gustan de Jamie: puede que se equivoque, pero cuando lo comprende no tiene ningún reparo en admitirlo. Jenny le pide perdón porque una parte oscura de sí misma le ha culpado siempre por la muerte de su padre; Jamie también le pide perdón por haber querido arrebatarle a su hermana de esa manera el lugar que tan bien ha cuidado hasta ese momento. Los dos se culpan por todo y, también muy típico de esta familia, los dos quieren ser el que se sacrifique por el otro. El conflicto termina con un abrazo, y vemos que ambos se sienten más ligeros después de eso.

La magia de Lallybroch

Este episodio comienza con tomas espectaculares de paisajes espectaculares. Escocia es un país bellísimo que siempre se ha explotado en este sentido, pero quizá nunca antes con imágenes tan duraderas de esas Tierras Altas en las que deciden quedarse a vivir. Escuchamos gaitas, recorremos el verde de los campos y nos impresionamos con las montañas que vamos dejando atrás. Forma parte de la magia que quieren transmitirnos cuando se trata de Lallybroch.

Vemos en torno a esta casa de los Fraser lo mismo que vimos en Leoch cuando el clan se reunió: una comunidad. Vida, familia, ambiente casi festivo, ambiente de amistad, de confianza, de conocimiento del otro. Y nos gusta. Nos gusta también ver a Jamie ejercer de señor, de líder. Aunque dentro de sus acciones haya ese punto de error, nos gusta ver en él a alguien bondadoso, honrado, comprensivo, cercano. La clase de laird que quiere ser. Pienso que se siente en casa, mucho mejor de lo que se sentía en Leoch, y eso también nos gusta. En seguida, el espectador también, puede ver Lallybroch como un hogar.

Claire y Jamie, en casa

Claire también siente Lallybroch como un hogar, aunque tienen que pasar unas horas antes de que esto suceda. Porque la primera impresión, para nuestra protagonista, es regulera. El choque con Jenny, los conflictos del pasado que tienen que solucionar, y esa lucha de poder que enfrenta a los hermanos. Claire y Jamie discuten también, porque Claire le pide que escuche a su hermana, y lo hace en público, y entonces Jamie le reprocha ese “en público”.

Es consciente, le explica en un lugar privado, de que Claire tiene una opinión, y quiere escucharla, pero también le recuerda el siglo en el que se encuentran, y la manera en que tienen que hacerse las cosas. Claire no es una persona sumisa, ni obediente, no cree que nadie vaya a verla jamás así, tampoco él, ni siquiera quiere, pero tiene que adaptarse a ciertas normas. Por injustas que sean. Claire asiente, porque lo comprende, como comprendemos nosotros que de nada sirve. La siguiente vez que quiera hablar, hablará.

Superado ese choque inicial, habiéndonos acercados al pasado de Jamie, por el que Claire se lamenta de corazón, Lallybroch empieza a parecernos un lugar casi seguro para ambos. Un lugar que podría significar felicidad para este matrimonio asentado que ya se dice “te quiero”. Porque lo hacen. Claire mira la habitación en la que tendrán que quedarse, y vemos lo que hay en sus ojos, pero también, por si acaso, ella misma nos lo dice. “Empiezo a sentirme como si realmente perteneciera a este lugar”. Están en casa.

Pero esto es ‘Outlander’, y la felicidad no puede durar tanto, así que el episodio concluye con unos hombres asaltando la propiedad de los Fraser. Nos queda un capítulo para terminar la temporada.