El decimoquinto episodio de ‘The Walking Dead‘ comienza como lo dejamos: con Eugene (Josh McDermitt), Ezekiel (Khary Payton) y Yumiko (Eleanor Matsuura) en Atlanta, encontrándose con una mujer inesperada. Es el improvisado último capítulo de la décima temporada; en realidad, como ya explicamos, falta uno para el verdadero final pero no será hasta pasados unos meses cuando podamos disfrutar de él.
Esta mujer inesperada se llama Juanita Sánchez, pero renuncia a su nombre y opta por coronarse como Princesa. Es un personaje que los lectores de los cómics ya conocerán y que en la ficción da vida la actriz Emily Rebecca Kinney. Princesa lleva demasiado tiempo sola, es evidente que no sabe cómo interactuar con los inesperados visitantes de Atlanta y comete varios errores en su intención de ganárselos. Por ejemplo: al acabar con unos caminantes, sus disparos espantan a los caballos de nuestros protagonistas; al llevarlos en busca de nuevos vehículos, los mete en un campo de minas y olvida cómo salir. Yumiko no se fía de ella, pero entonces Princesa se explica: no sabe cómo encajar, nunca se ha sentido demasiado bien entre la gente y lleva un año sin la compañía de otros humanos. Ya vimos en el anterior episodio cómo había “decorado” Atlanta para no sentirse tan sola: con caminantes en los bares y en los escaparates. Al final, todos se rinden ante su aparente discurso honesto y la aceptan en el grupo. Siguen teniendo una misión que cumplir: encontrarse con la amiga de Eugene.
La lluvia de Atlanta contrasta con el sol que se cuela por los árboles entre los que pasea Daryl (Norman Reedus), vigilando el perímetro de la torre en la que se han asentado tras el ataque a Alexandria. En su paseo se encuentra a Judith (Cailey Fleming), que ha tenido una conversación con Lydia (Cassady McClincy) que le ha hecho pensar lo que todos pensamos: que todos se marchan. Este momento entre Daryl y Judith, que no quiere estar sola y quiere sentirse útil, es tan bonito como cabe esperar. Daryl acepta que Judith le acompañe en su vigilia y aprenda de él, siempre que le obedezca. En su camino, se encuentran con una ex-Susurradora que ha huido de la locura de Beta (Ryan Hurst); Daryl acaba con su vida y Judith se queda pensativa. Hasta que al final suelta un poco de lo que lleva dentro, y también derrama un par de lágrimas que concluyen en un abrazo de dos personas que siempre han estado muy unidas. Mientras Judith le dice que solo quiere volver a casa, con su familia, Daryl le recuerda lo grande que es su familia. Sobre los dos planea la ausencia de Michonne (Danai Gurira), con quien Daryl ha intentado contactar por radio, la ausencia de Rick (Andrew Lincoln), la ausencia de todos los que faltan. Parece, de hecho, que solo quedan ellos dos, porque Carol (Melissa McBride) es, como todos sabemos, una loba solitaria.
Carol se marcha con Kelly (Angel Theory) a cumplir una misión, que no es más que una excusa para que la primera pueda pedir perdón a la segunda por los errores que llevaron a la desaparición de Connie (Lauren Ridloff). El papel de Kelly, a pesar de la pérdida de su hermana, es el de animar a Carol: su personalidad, en contra de lo que últimamente sentimos, no es una debilidad, es una fortaleza. Y entonces pensamos en la cantidad de veces que todos han sobrevivido gracias a Carol; lo que ella hace, dice Kelly, solo lo puede hacer ella. Y lleva razón, aunque se nos esté olvidando.
En la torre, mientras tanto, Negan (Jeffrey Dean Morgan) busca acercarse a una Lydia que no quiere saber nada de él. Que, en realidad, no quiere saber nada de nadie, porque ha perdido a su madre, a quien debería odiar y a quien no puede evitar querer, porque no deja de ser su madre, a pesar de todo. Entonces es a Negan a quien odia, porque es quien ha conseguido asesinarla después de todo. Negan busca su perdón, consolarla de alguna manera. Casi estoy empezando a perdonarle yo. Casi. Lydia le recuerda que nunca será un héroe, que solo se mueve por motivos egoístas (empiezo a dudar de esto, pero dejemos este debate para otro día) y que la mayoría de quienes están allí preferirían verle muerto. Pero, después de todo esto y de un par de puñetazos impotentes contra su pecho, Lydia termina abrazada a Negan, que la besa en la cabeza en un gesto paternal que no sorprende en él.
Mientras tanto, Beta busca sin descanso a los habitantes de Alexandria. Aaron (Ross Marquand) y Alden (Callan McAuliffe) los vigilan, siguen sus pasos y mantienen informados a quienes están en la torre protagonista de este episodio. Creen tenerlos controlados, pero Beta va siguiendo diferentes pistas que nos conducen al mensaje final de los últimos minutos de capítulo: Gabriel (Seth Gilliam) contacta por radio con Daryl para decirle que los están rodeando. Mala pinta.
Y este es nuestro final de temporada. Una pena, porque ‘The Walking Dead’ había tomado un ritmo fantástico en el que este capítulo servía un poco como transición entre unos episodios trepidantes y el gran final que, según nos habían dicho, nos dejaría con un gran cliffhanger. Tendremos que esperar.
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