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Pink Wall

Seis escenas. Seis años. Seis momentos que definieron la relación entre Jenna y Leon. Estrenamos en España el debut tras la cámara del protagonista de "Weekend", Tom Cullen, quien demuestra tener la lección bien aprendida a la hora de dirigir este apasionado retrato del fin del amor al que dan vida (y muerte) dos actores de primera línea en sus mejores versiones: Jay Duplass y Tatiana Maslany. Un debut emotivo e impresionante.

LO BUENO
  • Tatiana Maslany brilla como siempre.
  • Jay Duplass está soberbio.
  • Esos seis momentos elegidos están magistralmente seleccionados.
LO MALO
  • En algún punto, un tanto mareante.

Seguimos inmersos en la décima edición del Atlàntida Film Fest. Y, en esta ocasión, os traemos el análisis de ‘Pink Wall’. Con Jay Duplass y Tatiana Maslany.

‘Pink Wall’ habla del amor. Del desarrollo de una historia. De cómo se comienza, de esos primeros sentimientos. De los encuentros y desencuentros. Aquello que mutuamente se va puliendo y de lo que se omite por evitar una discusión. De lo que permitimos como si fuésemos quien para hacerlo. Una aventura sólida que nos pone frente a frente ante aquello que muchas veces queremos obviar. Porque no nos gusta vernos reflejados. Y porque la vida amorosa no es tan maravillosa como siempre queremos dejar expuesto.

Observamos, muy sutilmente, el poder que siempre se termina ejerciendo cuando uno de los dos deja terreno libre. Cuando uno cede, el otro invade. y se crece. Y como vemos en esta historia no es algo que se haga de forma consciente pero termina perjudicando a la relación. Eso sí, solo ocurre cuando estamos ante una relación desequilibrada. Es decir, cuando ambos sujetos no están a la misma altura. Donde falta mucha comunicación y el día a día los va abduciendo.

Tom Cullen nos ofrece un retrato honesto y voraz de nosotros mismos y de lo que creemos que es amor eterno. Compagina seis momentos de la vida de sus protagonistas de forma magistral y sencilla. Sin perder ni un ápice de frescura en cada uno de los saltos. Nos habla desde una posición segura y eso se transmite. Seguimos el curso de los acontecimientos comprendiendo a ambos personajes desde sus contrapuestas opiniones.

Jenna es la fuerte. La que llena cualquier estancia solo con su presencia. La del éxito. Sin olvidarnos de su constancia y perseverancia. La líder. Y Leon es el seguidor. Aquel que se cree inferior simplemente por ver el éxito de frente y no al lado. Y en su baile demencial entramos de cabeza. Equivocándonos junto a ellos. Porque en la historias no hay blancos y negros. Hay grises. Muchos grises. Y es lo que Cullen nos deja más que evidente en los 82 minutos de amor. Nadie es perfecto.



Jay Duplass y Tatiana Maslany…el final

Cuando llega el final de una historia, hay algo que sale de las entrañas. No se guarda ni la serenidad ni las formalidades. Es complejo pero al mismo tiempo sanador. Y Jay Duplass y Tatiana Maslany lo bordan. Entran a la escena determinante con brillantez. Donde no hay cabida para errores o medias tintas. Ellos se plantan ante ese final de forma tan honesta y tan real que no puedes apartar la mirada en ningún segundo.

Los planos, la fotografía, la localización, todo tiene un mismo ritmo. El guión juega su mejor baza. Y ambos actores dan lo mejor de ellos mismos para estar a la altura de la historia que se ha contado.

Cabe destacar que nunca una historia tan íntima, dio tanto. Y dijo tanto. Hay momentos que no sabes si las propias miradas, entre ellos, están teniendo mejor conversación que las propias palabras que están pronunciando. Estar en la misma energía es la clave. Que el que te da la réplica fluya a tu mismo nivel es volar.

Hay historias que tienen un comienzo porque tendrán un final. Amores que llegan porque hay que aprender algo de nosotros mismos. Darnos cuenta que también podemos equivocarnos. Y herir.

El amor no debería ser así

El amor no debería costar tanto sufrimiento. Ni debería dejar a uno en una posición más elevada que el otro. Ni uno debería sentirse inferior al otro. En el amor no deberíamos ir cediendo terreno. Deberíamos caminar bajo el mismo parámetro. Sin un sentido de pertenencia sino más bien de libertad.

El amor no debería ser así. Como lo sufren Leon y Jenna. Y es algo que aun debemos aprender. Por eso son tan necesarias estas historias. Amores que se cuentan para que seamos conscientes de donde nos solemos meter de forma habitual. Y como el concepto del amor lo tenemos distorsionado. Y es que como dice una conocida canción, el amor no es obsesión. Ni dar el brazo a torcer como soluciono a todos los problemas.

El problema real es que nuestras relaciones nos definen. Somos como amamos o como dejamos que nos amen. Y deberíamos ponerle solución. Comprender que compartir tiene un significado diferente al que suene en nuestra mente.

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