Black Panther

No poder despedirse es, probablemente, lo más terrible de la vida. La muerte podría serlo, pero el hecho de que seamos conscientes de que, de una manera u otra, acaba llegando, hace que se convierta en una compañera habitual. Cuando pensamos en ella, pensamos también en despedidas. En poder aprovechar al máximo los últimos compases, en decirnos todo lo que no hemos tenido el valor o la oportunidad de decirnos y en mentalizarnos de lo que va a llegar. Por eso, cuando faltan, el adiós se convierte en un obstáculo mucho más grande, más oscuro y más doloroso.

Hace unos días, mi compañera, amiga y fiel escudera Judith me dijo algo que no he logrado sacar de mi mente. Durante toda nuestra vida, nos preparan para despedirnos de nuestros seres queridos. Pero nunca nos preparan para decirle adiós a un héroe. Y es curioso, porque desde pequeños nos empujan a encontrar uno. A idolatrar a un figura, real o ficticia, que nos eleve y nos invite a soñar. Un espejo en el que mirarnos, pero que también suponga un reto, una razón para ser mejores. Pero, ¿qué pasa cuando nuestro héroe se marcha sin previo aviso? ¿Qué pasa cuando, de repente, comprendemos que no es invencible?

Desde que desperté el pasado sábado con la noticia del fallecimiento de Chadwick Boseman, quiero decir muchas cosas. Pero no tengo ni la más remota idea de cómo hacerlo. Tampoco tengo claro que sea la persona adecuada para escribir estas palabras. Ni siquiera ahora, frente a la hoja en blanco y dejando fluir todos mis pensamientos, sé cómo expresar lo que se mueve dentro de mí estos días.

El actor estadounidense se marchó sin que nadie lo esperara, sin ese proceso de mentalización que tanto hace falta, generando un shock tremendo en todo el planeta. Y dando paso a un duelo para el que nadie está preparado. El duelo de un héroe, de la figura a la que admiramos, del espejo en el que siempre nos quisimos mirar. Y el duelo del hombre que hizo soñar a toda una comunidad, como rey y como pantera, entre cánticos y gritos de guerra y con el acento que le correspondía.

El significado de un héroe


Black Panther

El de Chadwick Boseman no es el primer fallecimiento de una figura admirada o de una estrella de Hollywood. Ni será el último. Pero, probablemente, sí sea el adiós más cruel, más inesperado y más duro al que nos enfrentemos. Por el impacto de su figura, evidentemente, pero también por lo que supuestamente tendría que haber ocurrido. Según esa norma general que tanto nos traiciona en tantas ocasiones, tenemos que crecer junto a nuestros héroes. Seguir ese camino natural, esa evolución paralela, disfrutando de ellos y mirándolos desde la distancia, tomando notas y siguiendo su ejemplo. Se supone que tenemos que disfrutar mucho de ellos, del sentimiento de admiración que se genera en nosotros y de esos sueños que, de ninguna manera, pueden ser cortados.

Pienso en cuando era niña. En las figuras a las que miraba, tratando de parecerme a ellas. No sé qué hubiera provocado en mí el adiós de Emma Watson, que me regaló el primer personaje femenino en el que realmente me quise convertir. Mi primera guía, sin la que seguramente no habría sido la misma. Y yo tengo que considerarme afortunada, porque tuve un espejo en el que mirarme.

¿Qué pasa con esos niños, jóvenes, adultos y mayores que no se habían visto en la pantalla hasta que llegó T’Challa? Miento. Se habían visto como esclavos, como delincuentes o como hombres de segunda. Pero no habían encontrado ese héroe o la grandeza de su cultura y de su comunidad representadas como merecían. Hasta que llegó él y llegaron las peticiones de un Chadwick Boseman consciente de las necesidades. Consciente de lo importante que era que África y que la comunidad negra estuvieran perfectamente representadas, con el valor y el lugar que les corresponde.

Espero que también fuera consciente de su verdadero impacto. Un impacto que va más allá de celebraciones en el estreno o de gestos que ya han pasado a la historia y se han convertido en parte de nuestro código. Ahora, lo vemos en las lágrimas de los pequeños, que no entienden cómo su rey se ha marchado de esta manera. Y que no saben si van a volver a verse en la pantalla como se vieron en su nobleza, en su fiereza y en su honestidad. También lo vemos en los rostros serios de los mayores, conscientes de que donde ha acabado el héroe ha nacido la leyenda. Y de que, por poético que suene, no es justo.

Quedaba mucho por hacer y mucho por disfrutar. Quedaban muchos juegos en el patio de un colegio, de pequeños T’Challas que ahora, aunque le siguen teniendo presente, están algo perdidos. Y quedaba mucho Chadwick Boseman por descubrir.

Judith tenía razón. No estamos preparados para despedirnos del héroe que nos hizo soñar. Para decir adiós en la distancia y sin hacerlo en realidad. Y, por supuesto, no estamos preparados, ni queremos, ni necesitamos reemplazar. T’Challa siempre será el primero y el más importante, al que, ahí sí, esperamos que sigan otros muchos.

Rosa Suria
Periodista. Escribo y hablo continuamente de cine, series y música.

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