Raúl Fernández De Pablo ha viajado por infinidad de vidas. Ha llorado y reído. Provocado temor y ternura. Nos ha mostrado las diferentes caras de la vida y con todas ellas hemos sentido verdad. Esa ráfaga necesaria de honestidad. Donde hemos descubierto que la vida puede darte más de una oportunidad. Que, a veces, estás dispuesto a hacer cosas inimaginables. Que somos capaces de saltar aunque nos sujeten desde los pies.
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MEW Magazine (MW): Lo primero que me gustaría saber es si recuerdas la primera vez que supiste que querías dedicarte a esto de la interpretación.
Raúl Fernández De Pablo (R.F.): Sí, sí lo recuerdo. En realidad nunca tuve claro que quería dedicarme a la interpretación. Pero en un momento de mi vida sí que identifiqué que quería pertenecer al mundo del cine, de la ficción… Desde que era pequeño el cine me fascinaba. Pero nunca me atrevía a dar el paso. Entonces, una vez, estando en el instituto, un par de amigas me convencieron para apuntarme al grupo de teatro. Y recuerdo que el gusanillo del teatro me picó. Entendí que ese era mi lugar. Y tuve la fortuna de contar con mucha gente a mi alrededor.
Pero si te tengo que decir una imagen completa, recuerdo que una vez estaba viendo una película, en los cines del Zoco de Majadahonda, que era donde vivía cuando era chaval, y recuerdo que estaba viendo una película donde salía Kevin Costner-. Viendo esa película estaba hipnotizado y sí me corrió un pensamiento…ya está tengo que intentar dedicarme a esto.
MW: Y desde ese pensamiento hasta el día de hoy, ¿el viaje ha sido mucho más complejo de lo esperado? ¿O más sencillo?
R.F.: Completamente más complejo de lo que esperaba. Yo no tenía ni idea de en qué consistía la interpretación. Solo tenía la experiencia que tuve en el instituto. Que me lo tomé, como todos, como una asignatura optativa. Entonces, no sabía la dimensión que tenía la interpretación. Descubrí dicha dimensión con uno de mis primeros maestros, Ángel Gutiérrez. Empecé en su escuela. En una pequeña sala. En el barrio de Lavapiés. Y recuerdo el impacto que me ocasionó ver lo complejo que era entender la interpretación. Dije…esto no es solo aprenderse un texto. Y poner cada de que estoy triste o feliz.
Había una complejidad a la hora de analizar las escenas, el personaje. Entender sus circunstancias… Hubo muchísimos aspectos que me hicieron entender que era un trabajo bastante más complejo de lo que yo creía.
Y luego sobre el recorrido… El recorrido, quizá, que existe entre un trabajo más independiente (una sala alternativa de teatro) al show business (cine, series o un teatro más comercial), hay parámetros de funcionamiento que creo que son muy diferentes.
MW: ¿Has notado que el teatro te ha sumado a lo audiovisual?
R.F.: Pienso que me ha aportado muchas cosas. Me ha dado mucho. En el trabajo actoral, tal y como lo entiendo a día de hoy, en el audiovisual como en el teatro parten de la misma raíz. Pero tienen una formalidad diferente. Tiene una manera de mostrarse diferente. Como hacer alta cocina o hacer una cocina tradicional. La raíz es la misma pero el proceso y la forma en la que se presentan es diferente.
El teatro me ha ayudado a entender cuál es esa raíz.
MW: Hace unos días una compañera tuya de profesión me comentó que tuvo que aprender a concentrarse cuando hace audiovisual. Es decir, cuando se hace teatro, sales al público y te dejas fluir, no hay parones pero, cuando estás en el audiovisual, entre acción y corten, el actor debe concentrarse en un segundo…
R.F.: Sí, totalmente. En el audiovisual lo que he comprobado es que es verdad que te tienes que concentrar para estar preciso y justo para un minuto de toma. Es verdad que en el teatro tienes que estar concentrado y preciso, hora y media de función.
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