Mathias Enard | Foto: Pierre Marques
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Mathias Enard presenta su nueva y ambiciosa novela, ‘El banquete anual de la Cofradía de Sepultureros’

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La nueva obra de Mathias Enard es una novela ambiciosa, inteligente, reflexiva y también divertida. ‘El banquete anual de la Cofradía de Sepultureros‘ supone todo un viaje para el lector. Un viaje en el que se le permite recorrer una Francia histórica, también desconocida. Mathias Enard la retrata desde los detalles y las historias concretas del lugar, pero con un sentimiento siempre universal, global. Con una voz narrativa única, que cambia a placer dependiendo del punto de vista empleado. Su talento como escritor, también sus pasiones, sus intenciones, quedan en ‘El banquete anual de la Cofradía de Sepultureros’ perfectamente expuestos.

Y este jueves 22 de octubre hemos estado con él. Deseosas de saber más cosas sobre su nacimiento, su concepción, su desarrollo, su intención final. Ha sido durante una rueda de prensa virtual, organizada por Penguin Random House, como hemos podido acercarnos a todo lo que existía antes de la escritura. A los escenarios, esas historias y las figuras humanas que existían antes de que Enard escribiera su obra. Esos elementos de los que se sirve para trazar con tan buen gusto las pinceladas de este cuadro inmenso, que cuesta dejar ir una vez concluido.

Siempre sabía que algún día regresaría literariamente a esta zona de Francia en la que crecí y donde estoy ahora, lo que no sabía era cómo ni cuándo”, cuenta cuando le preguntan sobre cómo nació esta novela. Después de hablar en sus anteriores trabajos del Líbano, de Yugoslavia, de Tánger, de Latinoamérica también, regresa a su Francia natal. “Yo siempre he vuelto aquí”, aclara, desde un ámbito personal, “no es que se haya roto algún vínculo entre yo y esta región”. Pero le faltaba regresar con los ojos del escritor.



“Después de escribir ‘Zona‘, en 2009, ya tuve la idea de que para volver literariamente a esta mi zona natal tenía que encontrar un narrador que fuera como yo: un viajero. Para volver a explorar como si fuera ajeno”, explica. Y así nació el personaje de David Mazon. Es a través de sus ojos de antropólogo, de etnólogo, como recorremos por primera vez ese pequeño pueblo francés rodeado de marismas.

Al principio pensó en un escritor, pero “no voy a escribir de escritores”, zanja rápidamente. Un turista tampoco, porque “en esta zona no hay turistas, y no se paran lo suficiente como para descubrir muchas cosas”. Entonces lo entendió: tenía que ser un investigador científico, “alguien que quisiera realmente indagar en esta región e intentar retratarla por algún motivo científico”. Lo que le interesa a Mazon es conocer todo lo que gira en torno a la cuestión de qué significa vivir hoy en el campo. Qué significa realmente “con todos los problemas ecológicos, climáticos, vivir hoy en el campo, cuando uno es un joven y viene de la ciudad, de París, en el caso del protagonista”.

En cualquier caso, como explica Enard, “la parte más importante de la novela es lo que David no ve. Como etnólogo no es muy brillante, el pobre, y no se da cuenta de la realidad ni de su profundidad histórica, ni de las historias que están a su alcance y que él no alcanza nunca”. Así, tenemos que descubrir esas historias con otros ojos. Con los ojos de un narrador alejado de David, que no comprende, comprendemos en seguida, esa profundidad que existe en ese pequeño rincón del mundo.

“Siempre me han dicho que en los pueblos no pasa nada, están como fuera de la historia. Un pueblo de 600 habitantes no es un lugar histórico… Yo creo que al contrario: todos los destinos están vinculados unos con los otros, y así todos los seres humanos tenemos un destino único, nos une todo, y la historia es solo una historia, del planeta entero. Es un poco lo que intento retratar en el libro. Ver cómo, partiendo de un lugar muy pequeño, sin mucha relevancia a priori, se puede llegar a lo universal, pero de una forma extraordinariamente concreta”, explica.

Mathias Enard escribe también sobre la relación del ser humano con la muerte, permitiendo además, en este caso, la reencarnación de los diferentes personajes que vamos conociendo. Así, descubrimos jabalíes con un pasado importante en el pueblo, o perros que fueron familia de ahora sus dueños. “En la literatura rural lo que se trata son vínculos genealógicos, y eso me limita mucho como narrador”, explica, “en cambio aquí tenia total libertad, porque tú te puedes reencarnar en cualquier cosa, incluso hacia atrás, porque según dicen los budistas todo está conectado”.

La muerte tiene un peso fundamental en la historia, en la narración, en los porqué de los personajes y en el eje de la novela. Pero también lo tiene la vida, con esas historias y esos personajes. Y representada en parte por la conexión del ser humano con la naturaleza, que en los pueblos se siente de otra manera. Se siente más que nunca.

Con todos estos elementos construye la que considera su novela “más contemporánea”. Y también “la más divertida hasta la fecha”, en la que emplea varios tipos de humor que afectan a nuestro estado de ánimo. Y que nos llevan por las páginas de este libro con una facilidad tremenda. ‘El banquete anual de la Cofradía de Sepultureros’ es una novela ambiciosa, pienso cuando veo cómo cambia de narrador, de tono, de ritmo, de estructura, y en cambio mantiene la esencia y las preguntas base sobre las que se sustenta la novela. Y es también una de las obras más ricas, más interesantes y más estimulantes que podemos leer hoy en día. No debemos dar por hecho nunca nada, pero cuando se trata de Mathias Enard… En fin, sabemos que va a ser bueno.

Judith Torquemada
Periodista, feminista, marvelita, Taylor Swiftista. Escribo sobre cine, libros y música. Se me da bien aprenderme letras de canciones y enamorarme de personajes ficticios. Aragorn dijo: por Frodo. Lo suscribo y lo amplío: por Ned Stark. Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa, desde aquí, desde mi casa. Tomorrow there'll be more of us.

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