¿Qué pasa en ‘Outlander’ – 1×03: la huida?
Claire (Caitriona Balfe) comprende que para salir con vida del castillo Leoch tiene que ganarse la confianza del lair, Colum MacKenzie. Este decide aprovechar su don como curandera, y Claire lo extiende a todos los escenarios posibles. Ayudará a las personas, se ganará su confianza, no se meterá en problemas. Pero la Escocia del siglo XVIII es una Escocia mágica, maldita, poderosa, y cuando un par de exorcismos tienen que llevarse a cabo, Claire arruga la frente y se da cuenta de que algo está pasando ahí. Y de que tiene que impedirlo. Y Jamie (Sam Heughan) cada vez está más cerca, como Geillis Duncan (Lotte Verbeek), pero sigue echando de menos a su marido y el tiempo al que pertenece.
Dirigido por Brian Kelly. Escrito por Anne Kenney.
Este episodio de ‘Outlander’ siempre me ha gustado mucho. Cuando mencionan An Eaglais Dhubh, las ruinas de un monasterio benedictino maldito, yo doy saltos en mi sofá aunque sea la cuarta vez que lo veo y me preparo para disfrutar de ese clima mágico, y maldito, que con tanto acierto se logra crear. Claire y Jamie pasean por sus ruinas, hablan de ser racional sin dejar de ser un highlander, de tradiciones y maldiciones, y todo es bello, posible y la mar de estético.
Para rodar estas escenas de ‘Outlander’, por cierto, se trasladaron al centro del país, al que, dicen, es el pueblo más bonito de Escocia. No los he visto todos, pero Culross tiene el encanto de los lugares que se han quedado perdidos en el tiempo, y este monasterio en concreto, West Kirk, da todo lo que promete. Sin Claire y Jamie, claro.
La amabilidad, y la desconfianza
En esta nueva aventura en ‘Outlander’, Claire se propone ganarse la confianza de la familia MacKenzie, de todo el clan, a base de trabajo. Se esfuerza por mantener el espacio en orden, por encontrar la manera de aplicar la medicina del siglo XX en el siglo XVIII, por sonreír con educación cuando todo lo que quiere hacer es salir corriendo. Así, Colum MacKenzie, el jefe del clan MacKenzie, le pide que le ayude a llevar mejor su enfermedad. En el capítulo anterior supimos que padece la enfermedad popularmente conocida como Síndrome de Toulouse Lautrec, llamada en realidad picnodisostosis. Colum sufre de alteraciones y dolores en sus piernas, también en la espalda, y Claire tiene ciertos conocimientos sobre cómo hacer su vida más llevadera.
En este primer encuentro entre ellos, con este propósito, vemos también que su aspecto físico no le impide ser un hombre orgulloso y digno, que no quiere esconderse, que no teme ser visto. Siempre me ha gustado esto de Colum. También se muestra amable con Claire, incluso confiesa su pesar. “¿Por qué el demonio me habrá castigado con esto?”, llega a decirle, porque este episodio va de demonios. No todos se encuentran en unas ruinas de un monasterio benedictino.
Más tarde sabremos cuáles son los demonios de Dougal (Graham MacTavish), que a pesar de la amabilidad de Claire sigue desconfiando de ella. Solo está escondiendo las garras, le dice. Qué razón lleva, por eso también me gusta.
La propia Geillis Duncan tiene sus demonios, y se va descubriendo como uno de los personajes a los que debemos prestar más atención. Claire la mira como la miro yo misma. Su compañía es agradable, y es sin duda amable, pero hay algo en ella que invita a desconfiar. Es demasiado inteligente, y manipula a las personas, y está demasiado despierta como para dejarse llevar por esas creencias que ciegan a muchos. Eso puede ser peligroso, como puede ser peligroso que no deje de insinuar un cierto carácter mágico en Claire. Pareces venir de otro tiempo, insinúa. Y también le habla de magia, de poderes desconocidos. Vemos duda en Claire, porque no cree, pero, en fin, está en el siglo XVIII, así que igual debería empezar a hacerlo.
La Escocia mágica, y maldita
Este episodio de ‘Outlander’ empieza así: “pobre de aquel que se interponga entre tú y lo que deseas”. Se lo dice el pobre Frank (Tobias Menzies) a Claire, en una de sus despedidas. En el pasado muy pasado que es futuro, ya sabéis. Esta despedida también nos da una perspectiva de lo que va a ser el personaje de Claire. Es ella quien se marcha a la guerra, mientras su marido se queda en tierra. Papeles, aparentemente, intercambiados. Otra manera de hablarnos de este personaje, de sus intenciones y de su visión del mundo.
Su visión del mundo incluye la voluntad férrea de salvar vidas, sobre todo si esas vidas pueden ser salvadas con algo más que un exorcismo. Unos jóvenes del pueblo, entre los que se incluye el sobrino de la señora Fitz (Annette Badland), han visitado las ruinas de un monasterio benedictino. Han quedado malditos, dicen algunos. Han caído enfermos, piensa Claire, así que tiene que hacer algo. Sus principios le impiden aceptar que se trate de una maldición del diablo que necesite un exorcismo por parte de un señor malhumorado, de costumbres rancias y carácter oscuro. Es decir, el padre Bain (Tim McInnerny).
Geillis le advierte que no se entrometa, que no puede luchar contra la creencia popular, que saldrá malparada, que hay credos inamovibles. Pero es Claire, así que obviamente se entromete, y además sale bien parada, porque es una mujer del siglo XX con conocimientos de la medicina del siglo XX y buena mano con las personas. De hecho, es capaz de dar la vuelta a esas creencias para así justificar su intromisión. “Un sacerdote me dijo que mis dotes curativas eran un regalo de Dios”, dice. Y ya estaría. Ya ha explicado en esa sociedad de creencias arraigadas el por qué de su comportamiento. Pobre de aquel que se interponga entre ella y lo que desea, porque es tozuda y no se detiene hasta que no ve cumplidos sus objetivos. Pero lo consigue: salva al chico, que en realidad se había envenenado comiendo lirios del valle.
Sobre esta Escocia mágica aprendemos que los escenarios en los que transcurre la acción no son simples escenarios. Son casi personajes, porque llevan consigo esas maldiciones, esas creencias, esas tradiciones que los habitantes de Escocia, de las Tierras Altas particularmente, respetaban. Jamie lo explica muy bien ante Claire, cuando pasean por la llamada Black Kirk, en un momento en que Claire le pregunta si de verdad considera que esos niños han sido maldecidos por el diablo. El highlander le dice a su compañera que es un hombre instruido y racional, pero que también es un highlander. Y los highlanders han aprendido, a lo largo de la historia, que hay cosas con las que es mejor no jugar, creencias que es mejor no cuestionar y tradiciones que es mejor seguir.
Incluso aunque esas creencias lleven a una institución como la Iglesia a aprovecharse del miedo y el desconocimiento de las personas para usarlo a su favor; es difícil que esas personas vean esto, pero desde fuera, como espectador, se ve con claridad. Vemos cómo infunden el miedo, lo crean, y después ofrecen el consuelo, la protección y la salvación; o la promesa de la vida eterna, si nada de lo anterior ha funcionado.
También dentro de esta parte fantástica de la historia vemos cómo la propia Claire se imagina narrando su historia a la señora Fitz, que es también una persona de creencias arraigadas, a pesar de que acepta que su sobrino sea sometido a los cuidados de la medicina tradicional en lugar de a exorcismos. La señora Fitz cree, y en sus ensoñaciones, en sus imaginaciones, Claire comprende que de conocer su historia sería tachada de bruja y quemada en la hoguera, así que lo descarta. Mantendrá su secreto consigo. No puede confiárselo a nadie, a pesar de las personas amables que tiene alrededor.
La cercanía de Jamie, y una frase, y una sonrisa
Jamie sigue siendo la persona que Claire siente más cerca, y en este episodio vemos toda clase de escenarios en su relación. Vemos cómo Claire quiere emparejar a nuestro buen muchacho con Laoghaire (Nell Hudson), demostrando confianza en sí misma y también conocimiento en el arte del amor. Jamie, en principio, ni siquiera mira a la muchacha, pero poco después Claire los descubre besándose. Jamie la mira y sonríe, y sigue besándose con Laoghaire. ¿Qué hay en esa sonrisa?
Me gustaría preguntárselo a todos los espectadores de ‘Outlander’, uno por uno: ¿qué hay en esa sonrisa? A mí se me queda en la cara una expresión de desconcierto estúpido, y eso que he visto esta escena cuatro veces. Pero pienso esto: Claire y Jamie empiezan a compartir incluso los secretos que pueden separarlos. Son cómplices. Cada vez están más cerca. Y en esa sonrisa no hay tanto una intención de provocar los celos de Claire, como una especie de seguridad de estar haciéndolo, aunque sin intención. No sé si me explico.
Claire reconoce, de hecho, estar celosa, pero no tanto del acto en sí como de la intimidad que compartían. “Echaba de menos a mi marido”, nos dice. Y la creo, la creo de verdad, pero la atracción que empieza a surgir entre ella y Jamie es cada vez más evidente. Es fantástico que se cueza a fuego lento, porque se van conociendo al tiempo que van deseándose, y este es el pilar básico en el que se asienta toda su relación hasta el final. Amén.
Por otro lado, una de mis escenas favoritas entre la pareja. Jamie acompaña a Claire a descansar cuando cree que ha bebido demasiado, y comparten un momento muy íntimo, de confianza. Mientras Jamie habla, la cámara se detiene en Claire para que advirtamos su rostro preocupado, lleno de una compasión curativa, que Jamie acierta muy bien a la hora de definir. Muchas personas saben de sus cicatrices, pero pocas las han visto, porque no es lo mismo saberlo que verlo. Porque si las vieran, nunca las olvidarían, y todo lo que verían al mirarlo serían esas cicatrices. “Tiene la habilidad de hacerme saber que lo siente sin hacerme sentir pena de mí mismo”, le dice a Claire. Es una de las frases que siempre recordaré de Jamie, porque demuestra que sabe ver y apreciar eso en el carácter de las personas, y que además sabe encontrar las palabras para señalarlo.
También vemos a Claire divertidísima vacilando a Jamie con el asunto de Laoghaire, y al bueno de Murtagh (Duncan Lacroix), bendito seas, defendiendo a Jaime. “Necesita una mujer, no una niña”, dice. Qué hombre tan inteligente y tan sensato y tan preocupado. Es mi favorito, ¿lo he dicho ya?
¡La Escocia mágica!
Sí, otra vez. Porque este tercer capítulo de la primera temporada de ‘Outlander’ termina con Claire escuchando su historia en boca del bardo que nos está deleitando a todos con canciones e historias gaélicas. No se trata de su historia exactamente, pero sí de una muy parecida, que habla de un círculo de piedras mágico, de hadas, de viajes en el tiempo y de finales felices. Así que Claire, a pesar de haber estado bastante desanimada por la imposibilidad de marcharse, recupera la esperanza.
El clima que se crea en esta última escena es fantástico: un castillo del siglo XVIII coreando una canción gaélica que habla de magias antiguas y poderosas, bajo la luz de las velas, con una protagonista decidida a cambiar su historia. Que por qué ‘Outlander’ es una de las mejores series de los últimos años.
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1×04 – Outlander
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