Greta Alonso es impulsiva como escritora, me cuenta, pero parece tener todos los elementos de su novela perfectamente reflexionados y analizados. Es una voz amable al otro lado del teléfono, que habla de sus personajes como a mí me gusta hablar de los personajes: como si fueran reales, como si tuvieran vida. Me cuenta que sí ha sentido que ‘El cielo de tus días‘ tenía vida propia; que se ha desarrollado de manera natural, muy fácil. Da esa sensación cuando lo lees. Yo lo hice hace un par de meses, antes de todo este caos, pero es ahora cuando finalmente puede publicarse.
Greta Alonso es, por cierto, un seudónimo. Supongo que esto llama la atención, y por un momento yo también me he sentido muy tentada por la emoción de saber algo más, pero detrás de esa voz amable al otro lado del teléfono descansa una persona que lo prefiere así, y eso está bien. Detrás de Greta Alonso está una persona cuya primera publicación tiene suficiente fuerza como para hablar por sí misma. Y por si necesitásemos más, también interactúa con sus seguidores en redes sociales a través de un personaje que ha creado con este nombre, y disfruta del anonimato, y también del trabajo bien hecho. Tanto como yo disfruté de ‘El cielo de tus días’, y como espero que vosotros disfrutéis de su lectura y de la entrevista.
Tenía muy claro que quería hablar del conformismo de la gente
MEW Magazine (MW): Cuéntame, en primer lugar, cómo nace esta historia, dónde nace.
Greta: Tenía una serie de ideas hacía tiempo ya, lo que pasa es que nunca encontraba el momento de sentarme a escribir. Con el trabajo, la rutina, estaba metida en una vorágine, y no veía el momento. Y cuando me senté fue fluyendo, fue fluyendo la historia. La idea principal, el germen, yo creo, de la novela, fue algo que ocurrió hace muchos años en el desván de la casa de mis abuelos. Encontramos un mechón de pelo en una caja y yo empecé a pensar: pero bueno, ¿este mechón? Pregunté y nadie sabía. Y empecé a darle vueltas: habrá sido de una niña, ¿habrá fallecido? ¿Estará viva? Yo creo que de ahí fue surgiendo un poquito el comienzo de la novela, que comienza así. Comienza con la aparición en el buzón de Natalia Herreros de un mechón de pelo, con el anónimo, la fotografía que tiene atrás las nueve palabras: esta era ella, este es su pelo, yo su asesino. Y había una serie de ideas también, que a lo largo de los años habían ido llegando. Yo suelo tomar notas a lápiz, porque además se me ocurren ideas en cualquier sitio. En la vida cotidiana, cuando salgo a hacer deporte o conduciendo se me ocurren muchas ideas; con la música, me gusta mucho conducir con música, se me ocurren muchas ideas. Entonces ya tenía mucho material; cuando me senté, prácticamente tenía la historia escrita. No entera, por supuesto, pero más o menos sabía por dónde quería ir.
MW: Y cuando te pusiste con ello, cuando te sentaste a escribirlo, qué había en tu cabeza en el sentido de… ¿Qué tenías claro que querías contar?
Greta: Tenía muy claro que quería hablar del conformismo de la gente. Por eso, en el primer capítulo aparece Álex Brul, el protagonista masculino, y se levanta de la cama y huye de casa. Él no está a gusto en su casa. Y yo eso lo sabía. Quería hablar de personas que no están a gusto con su vida. Que los sueños, o las ambiciones, o sus deseos, no tienen nada que ver con lo que están viviendo. Que se han resignado. Que se censuran, censuran incluso lo que piensan, eso también lo tenía claro. Una vez que definí al personaje de Álex, fue muy fácil ir tirando de ese hilo porque prácticamente la novela ya se fue escribiendo sola. Me fue muy sencillo. Una vez que los personajes estaban bien asentados, fue fácil.
MW: Se suele decir que las historias están vivas. Aunque partamos de un punto, a medida que vamos escribiendo, la propia historia va dando ideas al escritor, aunque sea éste quien la escribe.
Greta: Efectivamente.
MW: Es muy complicado hablar de esto, pero se entiende. Entonces: ¿qué ideas se fueron añadiendo a esa primera idea?
Greta: Es que se escribía sola la novela, es que es talmente como lo has dicho. Los propios personajes, cuando están bien definidos, ya sabes cómo van a actuar. De hecho, el final yo no lo había pensado. Y al ir llegando, dije: tiene que acabar así, es que no puede acabar de otra manera. Sabiendo cómo es Álex Brul, sabiendo cómo es Natalia, toda la trama, lo que ocurrió con Alicia… Tiene que acabar así. Al final, la novela se escribe sola.
Y yo escribía de una manera compulsiva. Una vez que asenté bien los dos primeros capítulos, era llegar a casa al salir de trabajar, ponerme a escribir, y se escribía sola. Era, precisamente, un poco lo que acabas de decir. Yo me sentía prisionera de la novela. Se me ocurrían ideas en la calle, y yo no sé de dónde venían esas ideas. Sí, es algo curioso. Es casi como estar poseído por la propia trama. Es así, sí.
MW: Y a la hora de ponerte a estructurar todas las partes que tiene que tener una historia para que sea completa, ¿cómo organizas todas las capas de la novela? Porque, de hecho, este libro tiene muchas capas. ¿Cómo lo estructuras? Cuéntame un poco sobre el proceso de trabajo.
Greta: Es que, claro, no es todo tan bonito como sentarse a escribir. Hay días de creatividad, hay una fase creatividad, pero luego hay otra fase de organización, de poner orden, de darle un andamiaje al escrito, porque sino es una locura. Yo tengo una caja llena de esbozos, de papeles, de esquemas a lápiz. Hay que llevar un orden. Si yo escribía a la semana seis días, había dos días que dedicaba, no a escribir, sino a organizar. Ver un poco lo que ya había escrito, hacia dónde quiero ir, esto es coherente, esto tiene sentido, porque la trama tiene que ir acorde a cómo son los personajes. No es todo tan bonito como: sentarse y llega la inspiración. Hay que mantener un orden. ¿Papeles a sucio? Una caja llena.
MW: ¿Y cuánto sientes que ha cambiado esta historia desde la primera versión que nació en ti hasta esta última que nos ha llegado?
Greta: La verdad es que para mí no ha cambiado (risas). Es mucho más corta. Recorté muchísimo porque había muchas escenas de la vida privada de Natalia, de la familia de Natalia, y se perdía un poquito el dinamismo, era un poco lenta la historia. Ahí sí hubo que recortar. Pero es que es talmente como yo la escribí. Hubo personas que la leyeron, que fueron quienes me animaron a dar el salto a la publicación, personas de mi entorno que leyeron la primera versión… La iban leyendo a medida que la escribía, y me iban pidiendo más capítulos. Casi que la he escrito por fascículos. Y la han leído ahora y es lo mismo. No ha cambiado nada. No ha cambiado prácticamente nada.
Sí que, en el proceso de corrección, claro, se detectan errores gordísimos. Por ejemplo, una anécdota. Álex y Natalia están en un bar, y están charlando, y yo comento que había décimos de lotería entre las botellas de Soberano y los jamones que había colgados. Y los correctores dicen: no, no puede ser, aún no hay lotería en el mes de junio, no hay lotería de Navidad. Son detalles, pero todo al final va sumando. Si una historia es verosímil, tiene que estar muy ajustada a la realidad, porque al final es lo que la hace creíble, entonces eso es muy importante.
Yo he pretendido hacer personajes reales, verosímiles, que no fueran los típicos héroes perfectos que todo lo hacen bien
MW: Me parece muy curioso que comentes que tenía en un principio un ritmo más lento. Si tuviera que definir este libro de alguna manera, seguramente diría: trepidante. Están pasando cosas constantemente, y los monólogos de los personajes, con ese tono y ese estilo que tienes, lo hacen muy rápido. Cuando tú te pusiste a escribir, entonces, ¿cómo sentías que tenía que ser este ritmo?
Greta: La sensación ahora, cuando la leo, es que es efectivamente muy rápida. Yo no tenía esa sensación al escribirla, lo que sí que me gustaba siempre, y me gusta, cuando acabo un capítulo, es dejarlo en lo más alto. Que un capítulo te arrastre al siguiente, que ocurra algo en todos los capítulos. Al final, cada capítulo tiene que ser como una pequeña historia, pienso, para no caer en la monotonía. Me gusta que las novelas sean así. Entonces, al final en todos los capítulos ocurre algo que es relevante, para la trama y para los personajes. Es la manera en que a mí me gusta leer, y por eso lo he escrito así.
MW: Y me comentabas antes que partías del conformismo de las personas para desarrollar toda la historia. Fíjate que yo, leyéndola, he sentido que estaba determinado por la obsesión que sentimos las personas por cosas. El caso Alicia, por ejemplo, al principio con Álex, y después se pasa a Natalia también. No sé si trabajaste con esa emoción, si has llegado a pensar eso o es algo que me ha llegado a mí a partir de sus acciones.
Greta: Sí, pero yo creo que ellos también utilizan el caso Alicia un poco de parapeto. Se esconden tras el caso Alicia para no reconocer lo que sienten, porque esa tensión sexual que hay entre ellos nunca se define de un modo explícito. Al final, el lector lo percibe, pero lo percibe por los diálogos, por los silencios, por los gestos. Ellos, en el fondo, son muy cobardes. Están deseando hacer cosas que no se atreven a hacer; hacer cambios en su vida que no son capaces de llevar a cabo. Y utilizan el caso Alicia para seguir en contacto; yo creo que es algo en lo que ellos pueden converger, en lo que pueden encontrarse. Ahí son, yo creo, un poco cobardes. En el fondo, yo he pretendido hacer personajes reales, verosímiles, que no fueran los típicos héroes perfectos que todo lo hacen bien. Tienen muchísimas sombras, son muy conformistas los dos. No quiero hacer spoilers, pero al final las decisiones que toman las van tomando un poco obligados por los acontecimientos, no son capaces de plantar frente a su desagrado, ni a su malestar, porque en el fondo ambos se sienten mal con las vidas que llevan. Ninguno se siente a gusto, pero ninguno da el paso. Eso para mí era importante, mostrar que son personajes con vicios humanos, como nosotros, y que les suceden cosas que nos pueden pasar a nosotros mismos.
Se mienten a sí mismos y mienten a los demás. Y ocultan muchísimas cosas. Ocultan sucesos, y ocultan también sentimientos y pensamientos
MW: Precisamente te iba a preguntar, quedándonos con los personajes, qué características de ambos pueden hacer que los lectores nos sintamos… No sé si identificados con ellos, pero sí cercanos a ellos. ¿Con qué características has trabajado? ¿Qué querías que quedara bien reflejado en ellos?
Greta: En Álex Brul, la impulsividad. Es muy impulsivo, también es muy seguro de sí. Y yo creo que el rasgo que más va a atraer a los lectores quizá sea esa ética compleja que tiene, ¿no? Él se rige por unas normas propias, sí que está muy influido por el entorno, pero, en el fondo, él es muy autónomo. Y aspira a ser libre. De hecho, hay una frase en un capítulo, que él dice: “la libertad es una tentación irresistible”. Esa frase sale en una película de Sorrentino, y me gustó mucho cuando la oí. Y Álex aspira a ser libre. Él se rebela. Se rebela contra su infancia, contra su pasado, contra todo, contra su propia familia. Yo creo que eso es lo que más le va a gustar a los lectores, esa aspiración. Es cobarde, pero aspira a salir de ahí. Ese ansia de libertad.
Y luego, Natalia… Yo creo que lo que más le va a gustar a la gente, y además es algo que yo lo percibo hoy en día mucho, es la autoexigencia. Ella es muy autoexigente, y se castiga. Quiere llegar a todo, tiene que llegar a todo. Tiene que ser perfecta, y además es estricta con su forma de ser, no está a gusto con su relación de pareja, pero no es infiel, porque ella es muy lela. Y nosotros, yo creo, hoy en día, estamos en una vorágine de llegar a todo. Tenemos que ser los mejores en el trabajo, los mejores en casa, si tenemos niños la mejor madre… Y ella tiene esa característica que hoy en día abunda. Nos exigimos mucho, y yo creo que ahí nos vamos a sentir muy identificados con ella.
MW: Y, al final, reuniendo un poco todo esto, y aunque sé que es una pregunta complicada para su autor: ¿qué crees que puede tener esta historia para gustar al lector?
Greta: Para mí, lo importante es la verosimilitud y los personajes. Es una historia, yo creo, que nos saca de la vida cotidiana, nos permite evadirnos, porque es una trama policíaca, hay muchos giros, pero los personajes… Yo creo que empatizamos con ellos. Podemos empatizar con ellos. Y nos vamos a creer lo que les ocurre porque, al final, ocurre en el día a día. Son cosas que nos puede pasar a cualquiera, entonces yo creo que va a gustar. La dinámica que se establece entre ellos, cómo ellos se enfrentan a la vida que llevan, cómo se enfrentan al caso. Y el hecho de que nosotros… Esto es curioso, porque ellos van alternando la narración de la historia, en primera persona. A veces vemos en un capítulo que una reflexión no va pareja con la actuación que tiene ese personaje en el siguiente capítulo. Lo que dice no es lo mismo que lo hace. Se mienten a sí mismos y mienten a los demás. Y ocultan muchísimas cosas. Ocultan sucesos, y ocultan también sentimientos y pensamientos. No son sinceros. Además de cobardes, son insinceros. La verdad es que estoy viendo que he creado unos personajes que son lo peor, pero bueno (risas). De héroes tienen muy poco.
Para mí, escribir es un hobby. Disfruto haciéndolo y quiero que siga siendo así
MW: Y para ti, para Greta Alonso, ¿cómo ha sido vivir este viaje?
Greta: De mi entorno, sólo saben nueve personas quién soy, y eso me facilita muchas las cosas. El tema del seudónimo, en mi caso, es una línea roja. Establecí esa condición desde el principio; de hecho, la novela ha estado a punto de no publicarse por ese motivo. Yo sufrí un episodio de estrés extremo y no supe manejarlo, entonces tengo que ir con mucho cuidado. Y para mí ha supuesto un cambio, pero un cambio no tan acusado como podía haberlo sido si hubiera publicado sin seudónimo. Sigo con mi vida normal, con mi trabajo, en mi trabajo nadie sabe que he escrito una novela. Tengo un círculo de confort muy confortable, y prácticamente mi vida no ha cambiado nada. Yo interactúo mucho en redes sociales, en mi página de Instagram, y disfruto muchísimo con los seguidores, hablando de literatura. Y publico fotografías, y textos sobre mi día a día, lo que pienso sobre la actualidad, reflexiones… Y en ese sentido, estoy disfrutando mucho. En el sentido de haber creado un personaje, porque al final Greta Alonso casi se ha convertido en un personaje que está ahí, en Instagram, e interactúa con los lectores. Y eso me gusta mucho. Es muy gratificante. Eso sí me gusta. La exposición pública, en mi caso, es imposible. No podría hacerlo. Entonces, en ese sentido podemos decir que mi vida ha cambiado poco y no quiero que cambie. De hecho, no pensaba dar entrevistas. La decisión de dar entrevistas la he tomado después del confinamiento. Pude parar, pasé unos días pensando y dije: lo voy a intentar, a ver cómo me manejo. Y parece que bien. Estoy muy cómoda (risas). Ahora mismo estoy muy cómoda. Estoy hablando contigo muy a gusto.
MW: Qué bien, me alegro mucho. Y, cuéntame, ¿cómo te definirías a ti misma como escritora?
Greta: Impulsiva. Como te dije, muchos días tengo que parar y estructurar, organizar, ordenar, porque me vengo arriba. Soy impulsiva y además no veo la hora de parar. Empiezo a escribir, y sigo, y sigo, y se me hace de noche, y sigo. Hay días que no escribo nada. Si no tengo ideas no escribo, directamente. No me siento a que lleguen; las ideas, en mi caso, llegan cuando estoy en mi vida cotidiana. Y si no hay ideas no me siento, tampoco me presiono. Para mí, escribir es un hobby. Disfruto haciéndolo y quiero que siga siendo así.
MW: Da gusto escucharte, de verdad.
Greta: Gracias (risas).
MW: Para concluir, me gustaría que me recomendaras un libro, un autor o una autora, lo que te apetezca, que te guste y que pueda gustar a los demás.
Greta: Bueno, te podría recomendar miles, porque yo leo mucho. Pero te voy a recomendar un autor… He comprado un libro, y no lo he empezado todavía, pero tengo muchísimas ganas de comenzar. Es que estoy leyendo ‘Fortunata y Jacinta’, que es muy largo y estoy acabándolo ya. Y en cuanto lo acabe voy a empezar ‘El chico de las bobinas’, de Pere Cervantes. Es una novela negra, que está ambientada en Barcelona, y tiene muy buena pinta. Además, por lo visto está muy bien escrita. Este hombre escribe… Es un artesano de la palabra. Y tengo muchas ganas de leerla. Tiene muy buenas reseñas.
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