En nuestra recomendación del día hablamos de ‘Unbroken’. Y de Angelina Jolie. De ese 2014. Y de los hermanos Coen. Del dolor. Del coraje. Y de la luz que siempre se abre camino. Cuando ya no hay esperanza, cuando todo está a punto de terminar.
‘Unbroken’ narra la historia de Louis Zamperini (Jack O’Connell). Una estrella de la pista olímpica. Un alma con mucho coraje. Un hombre ejemplo de superación. Además de un héroe de la Segunda Guerra Mundial, que, durante una misión militar, tuvo un accidente de aeroplano en el Océano Pacífico. Del cual sobrevivió junto a dos compañeros. Pasaron 47 días a la deriva en una balsa, hasta que fueron encontrados por un buque de guerra japonés. Quienes los tomaron como prisioneros y los llevaron a una isla donde fueron torturados. Los mantuvieron como prisioneros de guerra durante dos años. Llenos de maltrato y miles de vejaciones. Convirtiéndose en los mayores títeres. Hasta que se dio por terminada la guerra.
‘Unbroken’ nos va desgarrando lentamente, minuto a minuto, siendo testigos de lo que la guerra provoca. Y de todo lo que destroza. Analizando que, en el fondo, nadie gana. Y todos pierden. Porque, ¿en qué momento perdemos el norte? ¿En qué momento creemos que ir hacia un frente que nos señalan es la mejor alternativa?
Louis Zamperini nos enseña que nuestra mente es mucho más poderosa de lo que imaginamos. Y que nuestra fortaleza supera cualquier expectativa que haya hacia nosotros.
Angelina Jolie, a pesar de que el proyecto no encajó con la crítica de la época, nos trae una historia que te secuestra. Y lo hace por la historia y el calvario. Por tener, como único objetivo, la idea de exponer nuestras propias limitaciones. Y los palos que nos ponemos en el camino. Pero, al mismo tiempo, mostrarnos que, como seres humanos, podemos rendirnos cuando nosotros decidamos. No cuando los demás lo hagan.
Louis Zamperini, una vida de lucha
Nacido en enero de 1926, Louis Zamperini, Louie para los amigos, se crió en California. En el seno de una humilde familia de inmigrantes italianos. Después de una infancia dura y una adolescencia aventurera, encontró en el atletismo su gran pasión. Una pasión que lo cargó de dudas y de muchas más certezas. La misma que lo convertiría en atleta olímpico y en héroe nacional. Con tan solo 19 años el joven Louis fue a los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín, donde participó en la final de los 500 metros haciendo una última vuelta increíble que dejó boquiabierto hasta al mismísimo Hitler.
Años más tarde llegó la guerra. Y se alistó en el ejército. Con destinado al frente del Pacífico. Pero el avión en el que volaba, junto con otros diez soldados estadounidenses, cayó en mitad del océano. Ocho de los once tripulantes murieron en el acto. Zamperini fue, junto con el capitán Russell Allen Phillips y el sargento Francis McNamara, el artillero del avión, uno de los tres supervivientes. Y de ahí…la vida tuvo a bien dejarlos como prisioneros de guerra. Una etapa cruel y donde las esperanzas se fueron agotando con el transcurso de los días. Días en los que Zamperini siempre tuvo en mente la misma mentalidad que en el atletismo. Y su capacidad de aguante, le salvó la vida.
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