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Era uno de los platos fuertes de la noche y no es para menos. Su peculiar carácter y marcada personalidad estaba presente en cada uno de sus temas. Con un estilo indie muy potente, Natalia Lacunza pisaba el escenario del Share Music Fest con una energía desbordante y, sin tiempo que perder, la artista nos invitaba a vivir un universo sonoro imposible de olvidar.

El concierto arrancaba con uno de sus últimos lanzamientos ‘tiene que ser para mi’. Un tema que sorprendía por su misticismo e intriga, donde el público lograba entrar rápidamente en el universo sonoro que nos proponía. Natalia Lacunza llegaba con retraso, pero lo hacía pisando fuerte y advertía que este concierto siempre se iba a recordar con una variedad única y muy completa. Tanto encima del escenario como fuera de él.

Con la segunda canción ya nos mostraba uno de los himnos de este concierto y del que era imposible despegar la vista del escenario con un espectáculo de los que ya no se hacen. ‘Nuestro nombre’ se convertía en la canción del festival. Gracias a una vitalidad escénica de las que no se recuerdan y con una línea estética que casaba a la perfección con un estilo muy marcado.



Natalia Lacunza no deja indiferente con su estilo y es un hecho. Con una susurrante voz, nos llevaba a su mundo interior del que es imposible escaparse gracias a su magnetismo. Lo volvía a confirmar con ‘El circulo’. Un tema que transmitía buenas energías y ese chute de misticismo y serenidad que tanto nos  ha marcado en una artista que ha tenido claro que quería hacer con su carrera musical desde el inicio.

La autocrítica y las ganas de vivir, el analizar una situación hasta el mínimo detalle y hacer que la gente vibre contigo en el escenario con un tema como ‘Muchas cosas’ no es fácil, pero Natalia lo hizo en medio de un concierto donde las pausas por problemas de sonido eran una realidad. Sin embargo, ella supo hacer de un problema una virtud y aprovechaba para interactuar con un público entregado.

Hay canciones que están destinadas a mostrarnos ese lado más íntimo del artista, ese que no se quiere mostrar para no enseñar esa debilidad. Pero este no es el caso de Natalia Lacunza, que nos muestra ese lugar donde es pequeña, y nos encontramos con una realidad en la que todos somos una misma persona. Eso sucede con ‘Tiempo atrás’, un tema armonioso, donde su hipnotizante voz estaba en un primer plano.



El universo de la cantante es inmenso y así nos lo volvía a enseñar con ‘Todo lamento’. Un tema donde la nostalgia y la visión de futuro estaba en un primer plano, gracias a una melodiosa voz. Era imposible salir de una completa puesta en escena donde la interacción con todos los miembros de la banda era un hecho.

‘Cuestión de suerte’, un tema que no dejaba indiferente gracias a su cromatismo sonoro y una virtuosidad que estaba presente en cada tema que cantó. Natalia tiene cuerda para rato. Y gracias a su sentido del humor y personalidad, ha marcado las pautas a seguir en una carrera que está marcada a ser de gran éxito. En el concierto lo volvía a demostrar y es que ella no tiene límites y su estilo puede acaparar toda la atención necesaria al ser único.

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