Tenemos muchas series de médicos. De hospitales. Y lo mejor de todo es que no nos cansamos de seguir viendo más y más propuestas. Como ‘The Resident’ que llegó hace tres años a nuestras pantallas y ha sido capaz, desde un punto de vista diferente, ganar el terreno del público.

La premisa parte desde aquí: en su primer día como pasante, el idealista Dr. Devon Pravesh (Manish Dayal) se enfrenta a las duras realidades de la atención médica. Ya que el Dr. Conrad Hawkins (Matt Czuchry), residente del tercer año, lo toma bajo su tutela y le enseña formas poco convencionales de tratar pacientes. Quizá, más desde el corazón y mucho menos desde la teoría básica que no reivindica el instinto. Mientras, por otro lado, Conrad se enfrenta cara a cara con el Jefe de Cirugía, el Dr. Randolph Bell (Bruce Greenwood), quien usa el poder y la intimidación para encubrir sus errores. Por lo que es fácil asumir que Conrad es el corazón y el Dr. Bell la injusticia. Las dos caras de una misma moneda y un sistema sanitario corrupto y mal oliente.

‘The Resident’ te muestra tan cruel como puede lo que realmente viven las personas que residen en los EEUU. Unos derechos inexistentes. Unas facturas terribles. Y la conclusión de que la vida solo tiene su peso basándonos en nuestra propia cuenta corriente.

Lo que ocurre en estas historias es que siempre te muestran que no todos están de acuerdo con dicho sistema. Conrad Hawkins (Matt Czuchry) junto a Nic Nevin (Emily Vancamp) liderarán a la resistencia. Profesionales que asumen cuál es la realidad pero ayudando, a contracorriente, a quien lo necesite.

Conrad Hawkins, es el corazón

Podría tenerlo todo. Hasta un hospital propio. Pero decide rechazar cualquier facilidad que le otorgue la vida. Comprende que los cambios que él necesita realizar los debe ejecutar desde el mismo centro del sistema. Es testarudo y perseverante. Alguien que se deja guiar por su instinto, leyendo al paciente de forma indirecta. Escuchando aquello que no dice.

Nic Nevin, es la fortaleza

Ama su profesión por encima de cualquier cosa. Está dispuesta a lo que sea con tal de que la salud de sus pacientes prevalezca. Aunque camina por esos pasillos de hospital con una carga tremenda que solo sana si su faceta profesional no se resiente. Es de esos personajes que te curan. De los que tienen tantas luchas internas como espacio en el corazón. Nic será ese Ave Fénix que resurge entre las cenizas. Quien muestra que cualquier caída es recuperable.

Devon Pravesh, es el cerebro

Llega como un pulpo a una cacharrería. Con la teoría perfectamente estudiada. Cree dominarlo todo pero el primer día verá que su profesión no consiste en recordar cada coma de un texto de anatomía. Y se pierde, durante capítulos, en la búsqueda de quién es. Lo que está bien y lo que está mal. Aquello con lo que está de acuerdo y aquello que jamás comprenderá. Entra en la vorágine de una realidad desconocida.

Conrad Hawkins y Nic Nevin, son la química perfecta

Hay una comunicación indirecta tan interesante entre ambos personajes que te encandila. No necesitas que hablen para saber qué ocurre. Para entenderlos. Son esos dos personajes que llevan la carga de cada capítulo con la serenidad suficiente para que nunca pese. Y sin que uno quede por encima del otro. Porque se complementan. Hay una conexión franca. Honesta. No ocultan información. No están el uno frente al otro para ser una carga. ¡Que va! Están juntos en el punto de partida para iniciar un viaje acompasado.

Conrad y Nic están ahí porque uno es el otro. Y viceversa. Porque el amor como sentimiento y no como pasión prevalece por encima de cualquier cosa. El amor a lo grande. El que siempre está. El que te muestra que dos personas siempre pueden bailar juntas al mismo son. Aquellas mismas que hablan mucho más en silencio que en el estruendoso día a día.

‘The Resident’ es mucho más de lo que siempre has visto.