¿Qué pasa en ‘Outlander’ – 1×06: el comandante de la guarnición?
Claire (Caitriona Balfe) y Dougal (Graham McTavish) tienen que acompañar a un grupo de soldados ingleses hasta un pueblo cercano, para que el comandante se asegure de que Claire está con los MacKenzie por su propia voluntad. Dougal es recibido de mala manera, pero Claire es acogida entre sus compatriotas ingleses. Todo se tuerce, sin embargo, cuando aparece Jonathan Randall (Tobias Menzies), más conocido como Black Jack Randall. Un encuentro de gravedad entre ambos propiciará que Claire tome la inevitable decisión de convertirse en escocesa. ¿Cómo? Casándose con un escocés.
Dirigido por Brian Kelly. Escrito por Ira Steven Behr.
Disculpad, compatriotas ingleses, pero es que estáis invadiendo sus tierras, les dice Claire a sus, efectivamente, compatriotas ingleses. Sin poderlo evitar, sin poder callarse, sin darse cuenta de que este simple comentario puede conllevar traición. Yo celebro este momento, celebro a Claire y celebro que ‘Outlander’ ponga las cosas en su sitio, incluso a través de los ojos ingleses, que suelen ser pelín injustos para la historia escocesa.
Celebro este episodio, y celebro también una escena que se alarga entre una persona que me agrada mucho (Claire) y una que no me agrada nada (Jack Randall). Aun así, no dejo de mirarlo, y casi me dejo engañar de nuevo, como en aquella primera e inocente vez. ‘Outlander’ tiene esto, creo. Te atrapa, te hace el lío, te lleva por los caminos que pretende. Esto es así porque tiene las ideas muy claras, y también unos ejecutores muy buenos. En esta ocasión, celebro a Ira Steven Behr, que se encarga de un guion fantástico sobre el que se puede sostener el episodio. La boda la celebramos más adelante, pero tengo ganas.
Los vecinos del sur en ‘Outlander’
Así suelen llamar, en estos tiempos más pacíficos que corren, los escoceses a los ingleses. Los vecinos del sur. Se establece una clara diferencia: son vecinos, no forman parte de quienes son. Están al sur, no en su tierra. En este episodio de ‘Outlander’ viajamos al pasado en el que se hizo grande, inolvidable, esta diferencia y los conflictos que siguen estando presentes. Hay desconfianza entre ingleses y escoceses; es más, hay una enemistad evidente.
Se aprecia en detalles tan pequeños, tan bien cuidados, como la petición de un coronel a su guarnición de que cuiden ellos mismos los caballos. No os fiéis de los anfitriones, les dice, a pesar de que los escoceses tenían (tienen) en la llamada ley de la hospitalidad, de la que ya he hablado más veces, una de sus máximas. Pero los ingleses no son bienvenidos, y ellos lo saben. Aun así están allí, en una tierra que no es suya, y aun así emplean calificativos despectivos y se deciden por comentarios ofensivos sobre su acento o sus costumbres.
Ni siquiera Claire (Caitriona Balfe) puede permanecer al margen cuando observa este comportamiento, a pesar de haberse mostrado complacida por encontrarse, por fin, entre personas que considera “su gente”. Creo que entiende pronto que esos soldados invasores no son su gente; sus antepasados, tal vez, con quienes comparte un origen. Pero no “su gente”. Su gente, en esos momentos, es más Dougal MacKenzie (Graham McTavish) que los soldados que tiene delante. Esos soldados intentan provocar al representante de los MacKenzie, que responde con mucha mala leche pero también con mucha elegancia. Y sin miedo. Con ese cuidado de quien sabe que puede ser asesinado en el momento en que cruce la raya, pero con la valentía de quien sabe que está luchando por lo que es justo.
Claire, al final, consigue quedarse a solas con esos hombres ingleses que tan poco aprecio sienten por los escoceses. En una jugada propia de nuestra protagonista, inteligente como nadie en la sala, consigue que la prometan que la van a escoltar hasta Inverness. Poco a poco, en ‘Outlander’, aprendes que nada es definitivo hasta que la voz en off de Claire no nos envuelve, ni siquiera a veces entonces, y en esta escena no hay voz en off porque no hay nada definitivo, porque sigue evolucionando, cambiando, porque todo es muy rápido, porque siguen hablando y entonces aparece otro hombre. Otro soldado. Jonathan Randall.
Claire y Randall se miran con desprecio, y con la superioridad de saber los oscuros secretos del otro. Con su llegada, las cosas se tuercen para Claire. Al principio, porque se siente inevitablemente provocada por una figura por la que siente un rechazo mayor, y entonces entra a discutir. Después, porque, y lo vemos con claridad, cree en la causa que defiende. Así que delante de un grupo de soldados ingleses que han sido apartados de su hogar para defender los derechos del rey sobre sus tierras, asegura que los escoceses solo quieren las mismas libertades que ellos y que están invadiendo sus tierras. Y sin miedo. Claro que esto deja de piedra a quien está sentado en esa mesa; no tanto a Randall, que desde el principio, desde aquel primer encuentro tiempo atrás, sospecha de Claire. Y con esa sospecha nos quedamos.
Black Jack Randall
Esta conversación que comparten Claire y Randall es una de las más duraderas de ‘Outlander’. Y no es más que eso: una conversación. Pero atravesamos diferentes escenarios emocionales a lo largo de los minutos, y una dirección certera, que nos obliga a mirar a los ojos a los personajes, consigue que nos sintamos allí mismo. Que admiremos la entereza de Claire, que despreciemos el gesto repugnante de Randall. Conversan, y queda clara esa sospecha del soldado, como también queda claro que, a pesar de que Claire no puede evitar pensar en su marido, por el parecido físico, este Black Jack Randall no es en absoluto Frank. Es cruel, desagradable, intimida. No hay nada de la amabilidad o la calidad que Claire recuerda en Frank, pero aun así…
Aun así, lo mira y en cierto modo lo ve, por eso no puede evitar ablandarse en los momentos en los que parece que Randall también se ablanda. Incluso después de relatarle el trágico castigo de Jamie (Sam Heughan), cuando ese relato gira hacia un aspecto más emocional, Claire se compadece. Es un relato que, para nosotros, se acompaña de imágenes tan crueles y desagradables como el propio Randall, imágenes que nos trasladan al momento, al castigo, casi hasta el borde del desmayo, como le ocurrió a un soldado del cruel ejecutor.
Pero entonces, después, habla sobre la pérdida de la humanidad, sobre la oscuridad de la tierra en la que le han obligado a vivir, sobre perderse a sí mismo, sobre llevar a cabo actos que jamás hubiera imaginado, y Claire se compadece. Por lo que cuenta, porque ha visto lo que la guerra hace a los hombres, y porque no deja de ver a su marido en él. También nosotros, inocentes, vemos cierta esperanza, pero cuando Claire se levanta aliviada, después de prometerla que la llevará a Inverness, lo que hace es golpearla con fuerza.
No hay esperanza para Black Jack Randall. Aquí lo comprendemos, y ya no se nos olvida.
La boda
Si la memoria no me falla, diría que el próximo episodio se llama así: la boda. Esto surge de que Dougal aparece para rescatar a Claire en el momento oportuno, y parece dispuesto a declarar una guerra por ella. Se la lleva consigo, pero Randall advierte que debe presentarse en Fort William, lejos de las tierras del clan, a la mañana siguiente, para terminar el interrogatorio, o pueden terminar condenados a muerte. Randall cree, ya lo he dicho, que Claire es una espía escocesa, y que tiene información sobre el procedimiento de Dougal para recaudar dinero para los jacobitas. Es curioso: todo el mundo cree que Claire espía. Tal era el ambiente que existía en aquellos años. Y no es una espía, pero miente bastante bien.
En cualquier caso: Dougal y Claire se marchan. Paran a beber tras un largo camino, ya lejos del pueblo en el que casi se quedan atrapados. Dougal lleva a Claire hasta un arroyo, le ofrece un poco de agua, saca el cuchillo y le pregunta, dice que por última vez: ¿es una espía de los ingleses o de los franceses? Claire casi lo tira al arroyo, pero se contiene y le dice que no, que es Claire Beauchamp y nada más. Así que Dougal enfunda el cuchillo y dice que vale, que la cree, porque acaba de beber de la fuente de San Niniano, y si estuviera mintiendo el agua le quemaría en la garganta. Escoceses. Los adoro.
Esta escena se grabó en un lugar conocido como el Púlpito del diablo, donde, se cree, acudían los adoradores de éste a rendirle culto y realizar sacrificios. El agua del arroyo baja roja por la piedra granito de las paredes de esta garganta de Finnich Glen. Es una maravilla de la naturaleza. Si algún día visitáis Escocia, está cerca de las dos grandes ciudades del centro (Edimburgo y Glasgow).
A Claire no le parece tan maravilloso el plan de Dougal. Con plena confianza en la muchacha, y habiendo visto, además, cómo la han tratado los ingleses, sus enemigos naturales, decide protegerla. Pero la única manera de hacerlo, la única manera legal de mantenerla lejos de ellos, es convertirla en escocesa, con sus derechos. ¿Cómo? Pues casándola con un escocés. El escocés es Jamie, claro. Pero eso ya lo vemos en el próximo capítulo.
1×01 – Outlander
1×02 – Outlander
1×03 – Outlander
1×04 – Outlander
1×05 – Outlander
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